viernes, 11 de julio de 2008
Buena Gente
Los cubanos solemos decir que somos buena gente, pero ayer me topé – por suerte para mí – con una gente verdaderamente buena. Quería ir a la playa y me prometía un feliz día tomando el débil sol asturiano, más conveniente que el tropical para mi delicada piel (allí siempre me ponía roja como un camarón aun a la sombra), lamentando solo no poder bañarme pues para mí las aguas del Cantábrico están siempre demasiado frías. Salí con mi hija a tomar el tren de las 10, que en media hora nos lleva al anhelado destino – Gijón -cómodamente sentadas y frescas (¡que contraste con el viajecito de La Víbora hasta Guanabo!). Pero he aquí que la nena no había dormido bien y se levantó rezongando – pese a que la idea había partido de ella. Tras sacar los billetes de ida y vuelta – que ya cuestan casi el doble que el año pasado – nos sentamos en un banco a esperar los 5 minutos que faltaban para abordar el cómodo transporte. Cuando llegó se detuvo un poco lejos, de modo que nos levantamos y corrimos hacia el. Había muchos asientos, así que nos pusimos a escoger. Cuando por fin nos acomodamos, ya con el tren en marcha, la miro y al no ver el enorme bolso de playa le pregunto: ¿y las cosas? Desde que veo su expresión me doy cuenta: ¡dejaste el bolso! Nos bajamos en la parada siguiente y cogimos un tren que regresaba a Oviedo, de modo que en 5 minutos estábamos de vuelta, pero nada, el bolso había desaparecido. Fuimos a objetos perdidos, tampoco estaba. Entonces hicimos la denuncia, porque había perdido el carnet, las llaves, dos móviles y su tarjeta de banco. La amabilidad de los policías que además salieron a preguntar de nuevo si había aparecido algo fue ejemplar – ¡qué contraste con la vez que en Cuba denuncié el robo de mi balón de gas, y casi me acusan de “autorobo”!. Entre una cosa y otra nos pasamos el día tratando de resolver los problemas y minimizar los daños (llamadas para cancelar tarjeta de banco, bloquear móviles, fotos para nuevo DNI, nuevas llaves - pues afortunadamente en el carnet figuraba una dirección vieja – y otras tantas carreras). Ya habíamos regresado a la casa agotadas y apabulladas cuando recibimos una llamada de uno de los móviles – que afortunadamente no habíamos podido bloquear – un señor de Avilés, otra ciudad asturiana. Resulta que el hombre había visto el bolso, y como su tren había llegado y no le daba tiempo a ir a objetos perdidos se lo había llevado para devolverlo o entregarlo a la policía de su ciudad. Quedamos con él en la estación de Avilés y recibimos la gran alegría: allí estaba todo, intacto. Hoy hemos ido a retirar la denuncia y aunque nos perdimos la playa – ya está lloviendo otra vez - y mi hija se ganó los correspondientes regaños, no puedo menos que alabar la honradez y el desinterés de este ciudadano anónimo – no supimos siquiera su nombre, tenía prisa porque iba para su trabajo. ¿Creen que algún cubano – en el supuesto caso de que no hubiera la necesidad que hay en la isla – se tomaría tanto trabajo por una desconocida? De cualquier manera, aunque no logré mi cometido y pasé un mal rato, me alegro de haber tenido la suerte de constatar que hay gente buena en todas partes.
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2 comentarios:
Ana, al fin paso con unos minutos para comentar este post que leí en su día...
Pues yo sí tuve suerte como tuviste tú, en Málaga (otro punto para Espan~a!) hace dos an~os. Cartera con TODO dentro, hasta los pasajes del avión que debíamos montar mi esposo, la nin~a y yo dos horas después para regresar a Berlín, pasaportes, tarjetas de crédito, el copón divino! Y la pude recuperar........
Existen ángeles, sí, existen.
No me atrevo a comentar qué hubiera pasado si se tratara de un cubano, incluso de otra ciudad espan~ola, otro centro comercial, no sé... Tampoco meto la mano en la candela.....
Saludos, AB
la imaginacion de los cubanos es algo fantastico y siempre podemos salir adelante en cualquier parte, pero tambien debemos transmitir la situacion de nuestro pais, hay muchas personas en el mundo que no conocen la realidad, las injusticias que se viven en cuba, debe ser un movimiento en todas partes del mundo, constante y tranquilo, como alguien dijo, una vez empezado ya no se detendra.
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