viernes, 12 de diciembre de 2008

Amor en alas

De: photobucket.com


Una vez cuando era niña – tendría unos seis o siete años – cayó en mi balcón centrohabanero un pequeño gorrión todo mojado, que no podía volar. Inmediatamente lo adopté como mascota. Queriendo alimentarlo busqué un gotero y empecé a darle agua, leche y todo lo que se me ocurrió. Cuando se lo enseñé a mi madre el pobre gorrión estaba más muerto que vivo, con el buche hinchado, desplumado. Me explicaron que esa no era forma de cuidar a un ave, que no se podía alimentar así, que lo estaba matando. Además, me aclararon que las aves de esa especie no eran capaces de vivir en cautiverio, se morían de tristeza, simplemente. Pero yo no quería desprenderme de mi cautivo, era el primer animalito que tocaba con mis manos, nunca había tenido una mascota – a excepción del catey de mi abuela, pero ese se defendía de cualquier aproximación con un pico poderoso y muy malas pulgas. Finalmente me convencieron de soltarlo en una azotea colindante. Nunca supe si el pobre sobrevivió a mis malhadados cuidados.

Tomeguín del pinar, tomado de: www.icuban.com


Poco después mi padre – que vivía en Lawton - me regaló una pareja de tomeguines del pinar. Me explicó que no los podía apretar en la mano porque eso les hacía daño, pero yo quería tocarlos así que a veces él sacaba a uno y se las ingeniaba para que comiera en su mano sin escapar mientras yo le tocaba un poco la cabecita. No creo que al pobre tomeguín le gustara la fiesta, pero yo estaba encantada. Mas un día que mi padre no estaba, impaciente por saludar a mi amiguito abrí la jaula e intenté atraparlo, pero seguramente mi manita dejaba suficiente espacio y el pícaro escapó, aunque mi abuela llegó a tiempo para cerrar antes que escapara el otro. Lo dimos por perdido, no sin que antes derramara yo mis gruesos lagrimones.

Sin embargo, horas después regresó en busca de su amada cautiva, ¿pueden creerlo? Para entonces ya mi padre había llegado y rápidamente cerró todas las ventanas y con una toalla logró atrapar al romeo alado que a su pesar hubo de volver a la jaula junto a su compañera. Cambió la libertad por el amor. ¿Se habrá arrepentido el infeliz? Tal vez no, porque dice la página de donde tomé la imagen que estas aves se emparejan de por vida, y que no sufren demasiado enjaulados (¿se lo habrán preguntado?).

Debería ser posible siempre para aves y humanos disfrutar de esos dos bienes a la vez, sin tener que renunciar a ninguno de ellos, pues junto con la salud, me parecen lo más importante de la vida, aquello sin lo cual no es más que mera existencia, casi vegetativa. Yo creo que yo soy más gorrión que tomeguín, por eso, aunque separada por muchas leguas, y tal vez para siempre de gente a la que amo, bato mis alas grises con toda la alegría que me dan estos aires en los que puedo volar sin temor a que me "enjaulen". Aunque hay días que - como a todos - me atrapa fuerte "el gorrión".

10 comentarios:

Diliviru dijo...

Hola Rosa:

Que bonitas aves y que hermoso mensaje. Fijate que admiro a los topeguines, poder vivir en pareja tanto tiempo y poner el amor por encima de la libertad, es algo tan dificil, pero notable.
Cuando te atrape el gorrion, tu fuerte, fuerte, estas lejos de los que amas, pero cobijada por muchos otros que te admiran y adoran, me incluyo en esa lista :)

Rosa dijo...

Gracias Diana preciosa. Es que en estas fechas es inevitable pensar en gente que uno quiere, con las que acostumbrabas a reunirte y que posiblemente no vuelvas a ver en muuucho tiempo. Pero lo importante es que estamos aquí mi esposo mi hija y yo, con salud y con ánimos para seguir luchando. Un abrazo fuerte.

Rosa

Vana dijo...

Rosie:

Que lindos son los pajaritos verdad, a mi me dan mucha lastima, pero al igual que el tomeguin cuantos no se han quedado en la isla prision para no separarse de su amada, aseguro son muchos o muchas, tambien creo que el gorrion que con tanto amor tu cuidastes sobrevivio de alguna manera.

Besos

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

vaya, linda historia, merecemos las dos cosas.

tuvimos un canario en mi infancia, se llamaba paquirri -por el torero- cuando murió lo lloramos cantidad.

Rosa dijo...

Vana y aseres: hay muchísima gente en la isla que regresa a la jaula por amor. Por eso es que aquellos, sabíendolo, castigan al que se queda en una misión, por ejemplo, no dejándolo sacar a nadie de la familia en mucho tiempo, ni dejándolos regresar a ellos, por supuesto. El que escoge en estos casos la libertad pasa por un calvario terrible. No es fácil la elección.

Besos

Al Godar dijo...

La libertad está más en saber que uno puede hacer algo, que en el hecho mismo de hacerlo.

Saludos,
Al Godar

Sofia dijo...

Los animales tienen muchas cosas incridibles.Existen muchos que para su supervivencia tienen que caminar en parejas, muchos muertos por la soledad. En el caso de el gorrion, se explica a su supervivencia no puede caminar por sí solo, o no está solo.
Muy gracioso y bello esta historia.
Los animales son muy inteligentes, a veces mucho más inteligentes que algunos seres humanos.:)

Un gran beso Rosa

Sofia

Anónimo dijo...

Que linda crónica de los tomeguines. Es triste, también. Pero al menos tenían un ama buena y cariñosa que les hacía más llevadero su encierro, lo que no es siempre el caso de todos los enjaulados, metafóricamente o no.

Rosa dijo...

Así es Tessy. Los 11 millones que viven en esa jaula a cielo abierto sufren cada día infinidad de maltratos, sin hablar de aquellos que de verdad están en la cárcel sólo por decir lo que piensan, sujetos a la crueldad infinita de sus carceleros. De esos justamente quiero hablar hoy. Un abrazo,

Rosa

Aguaya dijo...

En mi casa llegamos a tener sinsontes, uno en tres ocasiones diferentes. Qué lindo llegaron a cantar... El último duró más de 7 años. Lo lloramos como a uno más de la familia cuando murió :-(

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