martes, 15 de julio de 2008

Las Palabras

¿Por qué esta necesidad de escribir, y de leer cada día lo que otros escriben sobre la isla secuestrada? ¿Servirá de algo? ¿Pueden las palabras acabar con los déspotas sordos? Supongo que no, pero al menos que no se diga que ahora que podemos hablar, lejos del cancerbero, tampoco lo hacemos. Se que muchos prefieren mirar a otro lado, intentar olvidar. Pero yo sencillamente me niego a renunciar al derecho al pataleo. Antes nunca lo tuve, pero al decidirme a abandonar mi país, con todo el sufrimiento que ello implica, considero que me lo he ganado y siento que tengo que ejercerlo.

Claro que la palabra es poderosa, si no pregúntenselo al fantasma de la silla vacía, al Lucifer a quien aún ahora el demonio menor (y no por menos malo, sino por estúpido, siempre le llamaron “el Burro”) invoca para meter más miedo y paralizar totalmente a la corte embrujada y a la población maniatada. Y en la sociedad cerrada y compartimentada en la que hemos vivido la palabra es aún más necesaria. Recuentos como los de Acrey sobre el “Maleconazo” (cuya primera chispa vi yo saltar ante mis ojos), o la crónica exhaustiva que hace una Mariposa de cada uno de los absurdos que vivió - como ella tiene mi edad, los viví yo también, pero puede ser muy útil para mis colegas treintañeros para enterarse de cosas que no saben, porque luego cambiaron y nadie les contó como fueron – aunque entiendo que ya tienen bastante con lo vivido por ellos, que también han sufrido lo suyo, y tienen de por sí mucho que contar.

Por otra parte, el mal uso de muchas palabras durante tanto tiempo seguramente hará que un día sean borradas de nuestro léxico, al menos hasta que sanen las heridas. Yo se que el verdadero significado de “revolución” no es el que nos inculcaron y colgaron del cuello sin mi consentimiento, pero la palabreja me da alergia. Por eso estoy de acuerdo con Gaviota cuando me comenta en un post anterior que la sigla CDR siempre será odiosa para nosotros, igual que el término “comité” (que en mi barrio se decía “vomité”, juego de palabras que evoca el asco que nos produce). Asimismo hay quien detesta palabras como “compatriota”, porque se ha identificado “patria” con tiranía. Pero esa si no voy a dejar de usarla, porque todo el que nació en mi tierra es mi compatriota, aunque no sea patriótico ni patriotero.

Ayer durante una clase de español con una chica alemana, esta me habló del origen del Himno Alemán, escrito en 1841 por Fallersleben, quien pretendía solamente la unidad de los pequeños reinos y principados que componían el entonces fragmentado mosaico germano en un solo país. La primera estrofa que decía: “Alemania, Alemania por encima de todo” apelaba a los reyes y príncipes para que dejaran de lado sus rencillas y trabajaran juntos favor de una Alemania unida. Sin embargo, estas palabras fueron utilizadas por Hitler para justificar el nazismo y la supremacía aria. Por eso hoy los alemanes solo cantan la tercera estrofa. Esto me trae a la mente la fábula de Esopo sobre la lengua que resumiendo decía que esta era “lo mejor, porque con ella nos entendemos, y lo peor porque con ella se estafa, se calumnia, se miente”.

Volvamos a las palabras, ahora a las de quien no tiene ninguna credibilidad. Lo que dice el asno embustero sobre la “longevidad” del cubano no es más que una burda manipulación de la estadística que no tiene en cuenta los muchos que mueren en accidentes o de enfermedades leves sin atención médica – cosa que me consta porque así murió mi padre con 50 años, cuando yo tenía solo 18. En cuanto a la falta de gente joven - que es cierta pero no solo por la baja natalidad, sino porque los jóvenes son los que pueden escaparse -se resolverá sin dudas con el regreso de muchos de los emigrados de los últimos años, que posiblemente lleven además a sus hijos, pues en libertad sí que se han reproducido. Así que Cuba irá P’alante, como bien canta Chirino, según acabo de descubrir en Belascoaín y Neptuno, linda esquina de mi infancia, que ahora me doy el gusto de visitar a menudo. De modo que aunque el otro viejo diabólico que ahora se las da de chistoso no haga nada práctico para mejorar la situación, el fin no puede estar ya lejos porque es ley de vida que no sobreviva mucho tiempo a su abominable hermano, así que pronto su silla estará también vacía. Y entonces tal vez podremos hacer algo más que hablar, y no me refiero a luchar, que no soy guerrera ni es una guerra lo que quiero para mi infeliz isla, sino ayudar a la reconstrucción que la salvará, por más tiempo que tome y más difícil que sea. Mientras esperamos, no estamos de brazos cruzados sino expresándonos y retroalimentándonos gracias a la blogostroika que nos trae esta ciber democracia. Y el evento bloguero será un clavo más en el ataud de las momias que serán “absorbidas” - que no absueltas - por la historia.

3 comentarios:

Aguaya dijo...

Qué gusto leerte, Ana!

Todo mi apoyo para lo mucho que podemos hacer con nuestros blogs!!!!!

Alexis Romay dijo...

Muy bien dicho, Ana. Te leo y recuerdo el bolero: "palabras/ aléjate de mí con tus palabras/ aléjate bien pronto de mi vida (...)”. Así deberíamos cantarle a coro al sátrapa.

Rosa dijo...

Gracias Bustro! Que alegría me da ver ahora (algo tarde, lo confieso) este comentario suyo que me honra. Usted si que le canta las verdades al sátrapa con maestría. Es mucha mi admiración por ustedes.

Agu, gracias a ti también por estar siempre "a mi lado", me siento tan acompañada contigo!

Un abrazo muy fuerte,

Ana

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