Mi nombre no es con Y ni estoy en la treintena, pero el orgullo que me hace sentir el blog Generación Y – y un temor residual por los que aún me quedan en la isla - me hace adoptar el nombre de Yoana, versión de Juana, como quisieron bautizar los primeros españoles a nuestra isla, que testaruda siempre conservó el original y dulce nombre que ya le habían dado los taínos. Hoy empiezo esta aventura de escribir una especie de diario de emociones, de las que genera en mi la que hoy por hoy considero mi más ilustre compatriota de los tiempos modernos, la inigualable Yoani Sanchez, que en las entrañas del verdadero monstruo devorador de sus hijos se atreve desde hace más de un año a reflejar la mísera cotidianeidad del cubano de a pie. Qué coraje y que inteligencia la de esa criatura que logra no lanzarles a la cara los improperios que se merecen y no obstante denunciar, con expresiones agridulces y llenas de metáforas, cada una de las torturas a que se ve sometido el pueblo ingenioso que ha logrado sobrevivir, pese a todo y de la nada. Ahora que lo pienso, realmente este nombre se parece muchísimo al de ella, no era esa mi intención, pero mejor aún. Ya quisiera ser yo siquiera la suela de su zapato. Pero aunque no tengo su talento ni su valor, esto me sirve de terapia y allá va.
Me he incorporado algo tarde a la legión de seguidores de Yoani, porque solo supe de su existencia a partir del premio que le otorgaron en España, y aún así no la busqué de inmediato, sino hace apenas un par de semanas mientras cuidaba unos exámenes durante 6 horas sin otro entretenimiento que surfear. Hacía tiempo que no buscaba nada sobre Cuba porque el desencanto era superior a la añoranza. Pero esta joven que hace lo que yo hubiera soñado me ha devuelto la fe en el futuro de la perla del caribe, y desde que la descubrí no he podido parar de leer sus artículos – que me gustaría ver recopilados en un libro – ni de seguir todas las noticias relacionadas con ella y sus andares.
Voy a referirme al último artículo que he leído “Obligada Penumbra”, en el que describe los efectos de la Revolución energética, una de las últimas genialidades del ex presidente- pero lamentablemente no ex dictador, que ni muerto dejará de serlo. Además de describir con exactitud y sin ninguna exageración lo que ocurre en casi todos los hogares cubanos, que además de los apagones deben sufrir la falta de bombillos, el propio título ilustra metafóricamente la situación de la isla en todos los sentidos, la obligada ausencia de claridad en todos los aspectos. Creo que uno de los principales motivos del miedo colectivo que nos aqueja – incluso cuando hemos logrado volar lejos de la isla jaula – es la incertidumbre de lo que te puede ocurrir si hablas, si te atreves a cualquier desliz, si no sigues la línea trazada. Las mejores películas de terror son aquellas en las que no se ve en sí la sangre, pero se sabe que el asesino está al acecho. Y eso es lo que pasa allí dentro. No es como en los tiempos de Batista en que - según me han contado - a veces veías el tiroteo y los muertos en la calle, pero aún así la represión no conseguía acallar a los jóvenes. Sabían que podían ser abatidos, o torturados, y aún así se arriesgaban. Pero la incertidumbre es lo peor. Además de que te ofrecen la zanahoria, y amenazan a tus seres queridos. El extremo de refinamiento del manejo de la conciencia colectiva que existe en Cuba no creo que haya sido posible ni siquiera bajo Hitler. ¿Somos los cubanos un pueblo débil y mezquino? No lo creo, nuestra historia más bien demuestra todo lo contrario. ¿Y cómo hemos podido aguantar tanto, tantísimos años? Por el miedo al otro y la esperanza de la recompensa que solo los regímenes comunistas saben manejar magistralmente. Un amigo me dijo una vez: “Los dictadores de derechas no saben lo que se pierden por no ser de izquierdas”. No se si la frase era suya, pero en todo caso es totalmente cierta. Pero afortunadamente no hay mal que dure cien años - aunque el nuestro ya está en el medio siglo – y Yoani ha encontrado la forma de abrir un resquicio de luz que despejará las tinieblas de la desinformación y sembrará la semilla de la Cuba que renacerá cual Ave Fénix espléndida tras el ocaso de los Castro.
Poema a la despedida (un poema de Félix Luis Viera)
Hace 6 horas